Fedayina ¡¡¡HARTA DE MI!!!

Sí, estoy harta de mi. Todavía no sé lo que hago aquí. Tengo que reflexionarlo antes de lanzarme en una de mis largas disertaciones. Por el momento, le echo la culpa a Kokele.

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Nombre: Sofia
Ubicación: México

Mi mejor descripición es "Loca", pero no de manicomio.

8/27/2009

La Coyolxauhqui, la primera delincuente organizada (y decapitada) de México

Desempolvé mi viejo libro De Teotihuacán a los aztecas del gran maestro historiador Miguel León Portilla (editado por la UNAM en 1983, lo compré usado, lo confieso, a los 12 años leía cosas más ligeras) y me dediqué un buen rato a deleitarme con la historia del México prehispánico.
Les recomiendo sobre todo las historias sobre la creación, los cuatro soles (eras) que precedieron al actual, los caprichosos dioses que crearon la tierra, al hombre y al alimento (el maíz) un poco en coincidencia con las creencias judeo-cristianas, aunque aderezadas con intrigas, envidas y hasta intentos de asesinato.
Me reencontré con la historia del nacimiento de Huitzilopochtli, el Dios Sol, la deidad de deidades de los mexicas y aquí la cuento medio en serio, medio en broma, con diálogos, en cursivas, tomados del libro de León Portilla.
La concepción del Dios Sol fue milagrosa, inmaculada, como si se trata del Jesús azteca: su madre, Coatlicue, una mujer cuya penitencia era barrer, se encontró un día una pluma blanca, la colocó en su seno y el Dios Sol fue concebido.
Pero Coatlicue ya tenía una hija, Coyolxauhqui, la Diosa Luna, y 400 hijos, los Cuatrocientos Surianos. La Diosa Luna enfureció y a coro con sus 400 hermanos le reprocharon: "¿Quién le ha hecho esto?, ¿quién la dejó en cinta? Nos afrenta, nos deshonra".
La Coyolxauhqui sublevó entonces a los Cuatrocientos Surianos hermanos. "Hemos de matar a nuestra madre, la perversa que se encuentra en cinta".
Y ahí se lanzaron los 401 hermanos enfurecidos a dar caza a la Coatlicue, cuyo único consuelo era la voz de su hijo Huitzilopochtli, quien desde su vientre le decía: "No temas, yo sé lo que tengo que hacer".
Entre los 401 hermanos coludidos en delincuencia organizada no faltó un soplón, Cuahuitlícac, quien mantenía a Huitzilopochtli informado a detalle de los movimientos de sus hermanos.
Y ahí iban la Coyolxauhqui y los Cuatrocientos Surianos a dar muerte a su madre, quien se refugió en lo alto de una gran montaña.
Y ahí estaba Huitzilopochtli, quien insistentemente istruía a Cuahuitlícac: "Mira bien por dónde vienen".
"Ya están en la cumbre, ya llegan, los viene guiando Coyolxauhqui", dijo al fin el soplón.
Nació Huitzilopochtli, vistió su escudo de plumas de águila, adornó con plumas su cabeza, rayas de pintura de guerra en su rostro y en sus manos su lanza dardos de turquesa.
Y solito se ejecutó a los Cuatrocientos Surianos y a la Coyolxauhqui, a la que decapitó limpiamente y cuyo cuerpo se desmembró al rodar por la montaña.
Los aztecas nos dejaron la instantánea de la historia de la primera criminal organizada y decapitada en la piedra de la Coyolxauhqui, la misma que encontraron en 1978 cuando construían el metro en las cercanias de donde se erigiera el Templo Mayor, en el centro histórico de la Ciudad de México.
Se cree que el monolito de cantera, que muestra a una mujer con las tetas al aire y con cabeza, brazos y piernas separados del tórax, estaba a los pies de la gran piramide del México Tenochtitlán, que hacía las veces de montaña donde nació Huitzilopochtli.
Así narra De Teotihuacán a los aztecas la caída de la Diosa Luna:
Huitzilopochtli "le cortó la cabeza, la cual vino a quedar abandonada en la ladera de Coatépetl. El cuerpo de Coyolxauhqui fue rodando hacia abajo, cayó hecho pedazos, por diversas partes cayeron sus manos, sus piernas, su cuerpo".
Tras conocer esta historia, ya no me cae de extraño la capacidad imaginativa y sanguinaria de los narcos mexicanos para cobrar venganza de sus enemigos.

8/25/2009

Orquídea negra

Mi amor por ti renació en una flor que llevo tatuada en el corazón